No se les ocurrió otra cosa que invitarnos por sorpresa a comer. Cuando Lore y yo entramos en aquel reservado y los vimos a todos (Alberto, Nacho, Javi, Chema, Juanjo, Noe e Isabel) un escalofrío nos recorrió todo el cuerpo, vaya detallazo. El culmen fue cuando al sentarnos vimos una tarjeta marca Chevijama (marca de gran prestigio internacional) con dedicatoria incluida, ante la cual resultó difícil contener la emoción.
La comida estuvo muy, pero que muy bien y el restaurante La Finca (Chema aprovecho para meter la cuña publicitaria de rigor) demostró el por qué de su estrella Michelin.
Por lo que respecta a la comida, esta se fue animando a medida que Javier nos iba trayendo botellas de Viña Salceda. Después de la comida Ysildur, el Lizarran, La Plata y algún otro percance hicieron de esta noche una noche difícil de olvidar.
Muchas gracias a todos, sois los mejores.
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